miércoles, 20 de mayo de 2009

Relacion entre le numero de automoviles con el smog en C.d México y acciones que se deben tomar para disminuir la contaminacion

Escalante, miembro de la policía ambiental de la Ciudad de México, recorre las calles junto con unos 50 colegas en busca de emisiones tóxicas, deteniendo a cientos de automovilistas diariamente, imponiéndoles multas de unos 100 dólares y confiscando sus placas, como un ejército en marcha contra la añeja contaminación en la ciudad.
"Detectamos, detenemos y sancionamos.... Es el aire que respiramos todos", dijo Escalante.
Hace no mucho tiempo, el aire en esta capital era tan malo que los ciclistas tenían que usar tapabocas. Los pájaros caían muertos y los niños usaban colores cafés cuando dibujaban el cielo. El ozono excedía los niveles de seguridad el 97% de los días del año.
Sin embargo, la metrópolis a la que la ONU calificó como la más contaminada del mundo en un informe de 1992 ha reducido algunas de las emisiones más contaminantes en tres cuartas partes, convirtiéndose en un modelo de mejoras de la calidad del aire.
Capitales como Beijing, El Cairo, Nueva Delhi y Lima ahora están más contaminadas, de acuerdo con el Banco Mundial, mientras la calidad del aire en al menos otras 30 ciudades contiene más partículas tóxicas, entre ellas Barcelona y Praga.
Cuando los dirigentes latinoamericanos se reunieron para hablar sobre el medio ambiente, muchos consideraron a México como un ejemplo, dijo Sergio Jellinek, un vocero del Banco Mundial que asistió al foro.
Sin embargo, una persistente nube de ozono ha sido más difícil de reducir, erigiéndose como una muestra de los problemas de contaminación secundarios que pueden esperar las ciudades tras eliminar sus contaminantes más visibles.
Al llegar el invierno, la peor época para la contaminación, la Ciudad de México anunció que planea invertir tres mil millones de dólares para el 2012 en la expansión del transporte público y la reducción de emisiones contaminantes.
"Ha habido grandes mejoras y es importante demostrar que se podía lograr", dijo Mario Molina, químico mexicano ganador del premio Nobel y asesor del equipo de transición del presidente electo estadounidense Barack Obama para cuestiones del medio ambiente. "Sin embargo, queda mucho por hacer antes de tener un aire realmente satisfactorio".
Rodeada por montañas y volcanes, y a unos 2.230 metros de altura (7.300 pies) sobre el nivel del mar, la geografía y población de la Ciudad de México la hacen una "fábrica perfecta" para la contaminación, dijo Adrián Fernández, jefe del Instituto Nacional de Ecología.
En el aire menos denso de esta ciudad, el combustible se quema de manera menos eficiente, emitiendo más partículas sin utilizar. Al respirar más profundamente para llenar sus pulmones, la gente inhala también más toxinas.
La luz solar a esta altitud elevada acelera las reacciones químicas que transforman las emisiones contaminantes en un mortal estofado de niebla tóxica. Esa manta de color café cubre la ciudad, reduciendo las temperaturas y atrapando compuestos contaminantes sobre la superficie.
"Lo que tienes es una cacerola con una tapa encima", dijo Armando Retama, químico de la Secretaría del Medio Ambiente de la ciudad.
La Ciudad de México y sus suburbios vieron incrementarse su población de unos tres millones de personas en 1950 a más de 20 millones en la actualidad, lo que la convierte en la segunda zona urbana más grande del mundo después de Tokio.
El crecimiento económico se mantuvo a la par del aumento de la población, con el consecuente incremento en el consumo de la energía y más de cuatro millones de automóviles en sus calles.
El tráfico vehicular muchas veces avanza a paso lento, con una velocidad promedio de unos 20 kilómetros por hora (13 millas por hora) en el mejor de los casos, indicó la Secretaría del Medio Ambiente. Aún con los vehículos más nuevos, con menos emisiones, los expertos estiman que entre el 70 y 80% de los gases contaminantes provienen de los automóviles.
Y eso tiene consecuencias obvias en la salud. Los estudios médicos indican que el aire contaminado causa irritaciones en ojos, nariz y garganta, complicando cuadros de asma, alergias, tos, gripes y bronquitis, al tiempo de incrementar la mortandad infantil y del resto de la población.
México ha enfrentado la contaminación durante décadas, aprobando su primera iniciativa contra ella en 1971. Sin embargo, el cumplimiento de las normas ecológicas no fue vigilado a conciencia, causando los niveles históricos de contaminación registrados a principios de la década de 1990.
Al aprender de la ciudad estadounidense de Los Ángeles, México empezó a promover cambios ecológicos y en los mecanismos legales. Se introdujo la gasolina sin plomo, el uso de convertidores catalíticos en vehículos nuevos, se cerró una refinería y se promovió el uso del gas natural en lugar del petróleo en las plantas de energía.
También se trasladaron varias fábricas fuera de la ciudad, descentralizando el mecanismo contaminador.
La ciudad impuso también un esquema obligatorio de medición de emisiones contaminantes y un programa que prohibió la circulación de vehículos con ciertas terminaciones durante un día a la semana.
El programa, repetido en Beijing, Bogotá, Seúl, Santiago, Sao Paulo y otras ciudades del mundo, deja sin circular a cuando menos 320 mil vehículos cada semana.
Ahora, la ciudad planea eliminar la emisión de gases de invernadero en un 12% para el 2020 y promueve el uso del transporte público, en el cual se realiza el 82.5% de todos los viajes diarios en la urbe.

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